El neurocirujano Roberto Rosler es miembro de la Asociación Educar, brinda cursos y charlas con el propósito de ayudar a reflexionar sobre educación, el funcionamiento del cerebro, entre otras cosas.
por Albertina Marquestau
“Debemos preocuparnos por dónde crecen nuestros hijos, que reciban cariño y tengan las necesidades básicas satisfechas, así sus respuestas emocionales serán socialmente adaptativas”. Las palabras son del doctor Roberto Rosler, quien entiende que el medio ambiente juega un rol muy fuerte en la vida y “nuestras emociones son un cóctel explosivo para nuestro cuerpo”.
Atrapado por el estudio de la fisiología del sistema nervioso y por la neurobiología afectiva, Rosler asegura que “nuestro cerebro estaba brillantemente adaptado a su ambiente ancestral y hoy tenemos un cerebro del Paleolítico viviendo bajo las normas socioculturales del siglo XXI. Y esto no deja de ser un cocktail explosivo”.
Ante un nutrido auditorio en la Fundación OSDE, Rosler brindó la charla “Relatos salvajes de la vida cotidiana” sobre la que dijo: “Por supuesto robo el título de la película argentina que me impresionó mucho porque desde hace más de 17 años vengo leyendo y analizando el tema de las emociones, y allí se expresa la reacción normal que todos tenemos. Estas sensaciones emocionales llevadas al extremo, a veces, se pueden transformar en relatos salvajes.”
– ¿En qué momento estas emociones pasan a transformarse en enfermedades?
– Lo primero que hay que tener en cuenta es que todo estímulo del medio ambiente por el formateo de nuestro sistema nervioso, termina generándonos una emoción aunque sea consciente o inconsciente. Esa emoción luego repercute en nuestros órganos. Siempre digo que todo estímulo es un viaje del mundo exterior hacia el interior. Y hablo del mundo interior no como algo metafísico sino como nuestras vísceras, bronquios, corazón o estómago. La forma en la cual esos estímulos pueden generar respuestas es una U invertida que significa que hasta cierto punto ese estímulo generará una respuesta correcta, pero después se pasa cierto umbral, eso da una respuesta disfuncional. Ahí es donde puede venir un infarto, obesidad, una gastritis porque de vuelta, si todo estímulo viene del medio ambiente termina en mis vísceras algo malo puede pasar si paso cierto umbral de estimulación.
– Esto varía de una persona a otra…
– Nuestras emociones son un cóctel explosivo que depende de dos factores. Un factor poco importante es la predisposición genética pero hago énfasis en que es poco importante. Mi tío abuelo se murió a los 60 años de un infarto masivo de corazón, mi abuelo se murió a los 60 de un infarto de corazón, mi bisabuelo se murió por la misma causa y por lo tanto yo, que cumplí 60, me tendría que estar muriendo este año y despidiéndome (risas). Sin embargo mi padre falleció a los 94 años porque evidentemente en mi familia hay una fuerte predisposición genética a la patología cardíaca, pero eso es poco importante. Lo más importante es el medio ambiente. Mi papá, más allá de la predisposición genética, vivió más años porque se cuidó, hizo ejercicios, etc, etc. Entonces cuando uno dice que las conductas emocionales tienen una carga genética, es poco importante. Lo más importante es el medio ambiente. Es decir, preocuparnos por dónde crecen nuestros hijos, con cariño, afecto, necesidades básicas satisfechas, etc. Así probablemente sus respuestas emocionales sean socialmente adaptativas.
Desarrollo
– La infancia, ¿es uno de los momentos más importantes en el desarrollo humano?
– Los primeros años son una ventana temporal que es fundamental para el futuro. Es más, la vida intrauterina puede marcar. Si esa mamá tiene un embarazo tranquilo, cuidado, etc, eso marcará al bebé. Ahora, si durante el embarazo la mamá tiene un estrés muy violento, se ve que esos niños en la vida adulta tienen una mayor predisposición a enfermedades psiquiátricas, diabetes, etc. Entonces el medio ambiente es muy poderoso pero tiene también un lado positivo y uno oscuro al que llamo Dark Vader, en el cual las cosas no son tan buenas. Si recordamos que en nuestro país un 30% de la población vive por debajo de los niveles mínimos de pobreza, no nos tenemos que sorprender que lo que aparece como una epidemia de violencia, es una endemia de violencia porque esto no es de ahora, sino que lleva mucho tiempo y no se resuelve. El ADN de los finlandeses no es distinto al nuestro, es exactamente igual, la única diferencia es cómo se redistribuye el producto bruto interno que es muy inferior al nuestro. Ahí se ve claramente que las curvas de conductas violentas es paralelo a las curvas de distribución de riqueza y de educación, o sea, al medio ambiente.
– Resulta llamativo ver que a pesar de los avances médicos, las emociones aparecen como causantes de nuestros problemas de salud.
– A pesar de la evolución en la medicina nuestros sentimientos juegan un factor muy importante en la salud. La tecnología por su puesto ha sido un avance increíble y fabuloso, pero lo que los médicos tenemos que entender es que hemos heredado la capa del cura y la barita del mago, entonces de nada sirve tener un tremendo resonador y un software de 150.000 dólares para operar un cerebro si cuando un paciente entra a mi consultorio no lo miro a los ojos, sonrío, le pregunto su nombre y apellido, cómo está afectivamente… porque sino la persona no va a sentir seguridad en mí, ni confianza. Lamentablemente el desarrollo de la tecnología se ha hecho muchas veces con el costo de -como dicen los Redondos de Ricota-, “ojos ciegos bien abiertos”; o sea, el médico se ha cegado del lado afectivo y entonces muchos piensan que lo que entra por la puerta del consultorio es un pulmón con piernas y no es así, sino que es una entidad bio-psico-social. La tecnología vuelvo a repetir, es espectacular y yo me alegro de haber nacido en esta época. Pero también y lamentablemente, muchos médicos formados en el aspecto positivista de lo técnico, se atienden con un médico que le da la espalda y lo único que hace es ver los laboratorios. Yo ni siquiera le confiaría mi auto a ese médico como mecánico. y eso los pacientes lo sienten mucho.Y de ahí también la gran cantidad de pacientes que van hacia la medicina alternativa que no tienen ninguna base científica, pero esas personas sí tienen en cuenta el aspecto afectivo, subjetivo y emocional.